A la hora de pedir una hipoteca, tu edad es un factor clave. No sólo marcará las condiciones que el banco te va a ofrecer sobre el préstamo, sino también los elementos a tener en cuenta a la hora de decidirnos por una u otra oferta.
En este post te explicamos las diferencias de pedir una hipoteca según tu edad.
Ventajas e inconvenientes según la edad
Si tienes 20 años, deberías negociar una comisión de subrogación y cancelación del 0% que te permita cambiarte de banco en el caso de que en el futuro te interese hacerlo.
Los problemas al pedir una hipoteca a los 20 años serán la falta de ahorros y la precariedad laboral. A esta edad, lo normal es que lleves poco tiempo trabajando, y por tanto es complicado que hayas reunido el 20% del valor de una casa, por lo que es muy probable que necesites solicitar una hipoteca 100%. Además los trabajos de los veinteañeros suelen ser temporales, y un préstamo a medida debería contemplar algo de flexibilidad en el pago, como carencia de capital los primeros meses, aplazamiento de cuotas, etc.
En esta edad, las ventajas son varias. Podrás acogerte a las hipotecas joven de los bancos y a las del gobierno, además es posible elegir el plazo máximo de amortización, que en algunos bancos es hasta 50 años, dependiendo de si preferimos una cuota más baja, a pesar de los intereses, o terminar de pagar cuanto antes. Además, aunque te pidan que contrates un seguro de hogar y otro de vida, no te obligarán a contratar un plan de pensiones a esa edad.
A los 30 años, estás es la edad dorada de todo consumidor y debes aprovecharte de ello. Tienes un sueldo más elevado, un trabajo estable y un historial de pagos impecable, por tanto tu relación con el banco es buena y puedes tratar de negociar la mejor hipoteca posible. Al tratarse del perfil más deseado por las entidades, también será más fácil obtener rebajas.
Los problemas a los 30 son que las hipotecas joven sólo son válidas hasta los 35 años y conseguir una financiación al 100% será más difícil, por lo que sólo podrás pedir la hipoteca si tienes ahorrado el 20% del valor de la vivienda.
Las ventajas a esta edad, si has trabajado con el mismo banco durante años, y por ejemplo si tus ingresos son regulares y confiables, existirá una relación de confianza que te puede facilitar mucho las cosas a la hora de la concesión y la negociación. Es muy probable que te ofrezcan seguros de desempleo o plan de pensiones, en este caso puedes mirar las hipotecas bonificadas que rebajan el interés en función de tu vinculación con el banco (domiciliación de nomina, contratación de seguros, planes de pensiones, etc). Además aún puedes elegir un plazo de amortización alto, hasta 40 años, ya que la edad máxima permitida en el momento de pagar la última cuota es de 70 años en la mayoría de entidades.
Si ya tienes 40 años, lo mejor es que aportes la mayor cantidad de ahorros posible para necesitar financiar lo mínimo posible. Cuanto menor sea la financiación menos caro te saldrá el préstamo.
Los problemas, al llegar a los 45 es muy difícil que te concedan una hipoteca a más de 20 años, así que la cuota será mayor de lo que te esperes. Además, si tienes en cuenta que ésta cuota no puede superar el 35% de nuestros ingresos, deberás tener unos ingresos elevados o aspirar a una vivienda con un precio asequible. Por otro lado el banco te obligará a contratar varios productos vinculados, que encarecerán bastante el coste de la operación, para asegurarse de recuperar la inversión (seguros de vida y desempleo, planes de pensiones, etc.)
Como ventajas, a los 40 es más habitual que ya cuentes con seguros de vida, planes de pensiones, etc., y por tanto no será necesario contratarlos de nuevo, sino convertirlos al banco donde abras la hipoteca. Además a esa edad, por lo general, existe menos incertidumbre en los ingresos, por lo que el banco confía más en ti.