Son muchas las ocasiones en la que, debido a la situación económica personal, los ciudadanos nos vemos obligados a pedir prestado el dinero a un banco para poder hacer frente a un gasto inesperado o adquirir un producto o servicio, como por ejemplo, una casa, un coche o un viaje al extranjero, cuyo valor excede los recursos económicos que tenemos ahorrados.
En una coyuntura de crisis económica como la actual, las entidades bancarias son más reacias a la concesión de préstamos de lo que lo eran antiguamente, debido, entre otros motivos, a las elevadas tasas de paro y morosidad existentes a día de hoy en nuestro país.
En la mayoría de ocasiones, son dos las preguntas que centran nuestra decisión: ¿cuánto dinero? y ¿qué condiciones de devolución tiene? Sin embargo, una decisión de este calado, no puede tomarse a la ligera y basándose sólo en ambas cuestiones. La determinación final se ha de tomar en base a otra serie de variables que nos indiquen la conveniencia o no de tomar dicha resolución.
Pero, ¿qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir un préstamo hipotecario? La primera decisión que debemos tomar es qué tipo de interés vamos a elegir: fijo, variable o mixto. Los primeros, aunque son más caros, nos dan la seguridad de que pagaremos la misma cuota hasta finalizar el pago del préstamo. Los segundos, más barato que los fijos, están compuestos por un diferencial más un índice de referencia, que normalmente se trata del valor del Euríbor. Los terceros, suelen optar por la fórmula basada en un interés fijo al comienzo de la vida del préstamo, que suele variar entre 2 y 5 años, y luego pasa a un interés variable.
El siguiente paso será decir la cuantía que vamos a demandar y el periodo de duración del crédito, que será mayor con cuotas más bajas y menor si éstas son más elevadas. Aquí, debemos tener siempre en cuanta que un plazo de amortización prolongado implica el pago de intereses durante más tiempo y el encarecimiento de lo que pagaremos finalmente por nuestra hipoteca.
Otros de los aspectos que debemos analizar son las vinculaciones y las comisiones que nos exijan en las entidades bancarias. Las primeras, suelen condicionar la concesión del dinero a la de algún otro producto, como seguros de hogar o de vida, además de la apertura de una cuenta en dicho banco si ésta no existe anteriormente. En cuanto a la segunda cuestión, debemos estar atentos de la comisión de apertura y de la comisión de cancelación anticipada, que suelen ser elevadas, principalmente en los préstamos solicitados a corto plazo.
Llegados a este punto, y antes de tomar una decisión final, los clientes deben ser conscientes de su estabilidad laboral y la solvencia particular para hacer frente al préstamo, teniendo la seguridad de que se va a poder hacer frente al pago de las cuotas. Una vez elegido la opción, como sucede con la firma de cualquier contrato, debemos leer bien la letra pequeña y preguntar cualquier duda que tengamos sobre los conceptos del préstamo, algo que nos evitará futuras sorpresas.